“¡Ojalá el relevo generacional fuera más fácil!” Cuantas veces habré escuchado estas palabras por parte de amigos y clientes… Y con toda la razón del mundo, pues llevar a cabo con éxito el proceso de relevo generacional, sin que la empresa y la familia se resientan, no es algo fácil o que consigan todas las empresas familiares.
El relevo generacional es uno de los momentos más críticos para las familias empresarias, sobre todo si no se ha preparado con tiempo y adecuadamente. Hay que tener en cuenta que habrá conflictos que afloraran justamente en ese momento, cuando la generación anterior, que actuaba como punto de equilibrio entre hermanos y primos, salga del negocio.
Soy consciente que planificar la sucesión con tiempo y de forma preventiva para evitar en la medida de lo posible los conflictos es algo que “cuesta”, en parte porque supone aceptar que un día llegará el fin de ciclo. Y también porque da “pereza” afrontar estos problemas complejos y con un fuerte componente emocional en los que se mezclan empresa y familia. Sin embargo, no afrontar la necesidad de empezar el proceso de relevo generacional en la empresa familiar puede condicionar la continuidad del negocio.
Para afrontar el cambio de liderazgo y el paso a una sociedad de hermanos o a un consorcio de primos de la mejor manera posible, es importante escoger el mejor momento para iniciar el relevo generacional. No conviene realizarlo demasiado pronto, cuando los sucesores son demasiado jóvenes y pueden no estar preparados ni tener claro su futuro. Pero tampoco hay que hacerlo demasiado tarde, porque entonces es posible que el fundador ya sea demasiado mayor y no se pueda aprovechar toda su experiencia y conocimientos.
Consensuar un Protocolo familiar para regular el relevo generacional
En un proceso de relevo generacional, consensuar un Protocolo familiar sirve a las familias empresarias para planificar la sucesión y definir las normas que deberán regir la relación familia-empresa-propiedad en el futuro. Si se hace correctamente, elaborar un Protocolo familiar generará confianza en la familia empresaria y, probablemente, también aumentará la armonía familiar y será garante de la eficiencia empresarial.
Por último, solo quiero recordar que, en aquellas empresas de dimensión más pequeña y con una menor complexidad en las que adoptar un Protocolo Familiar puede resultar excesivo, es posible elaborar unos Pactos de Familia. En ellos es posible regular únicamente los dos o tres temas concretos que ya preocupan a la familia en aquel momento en lugar de preparar un Protocolo familiar completo.