Instalarnos en la zona de confort en la empresa familiar es algo que pasa más a menudo de lo que pensamos. Las empresas, tanto familiares como no familiares, suelen acomodarse en el confort que proporciona el éxito, cuando las cosas van bien. Es comprensible, puesto que significa seguir el camino conocido y, por ende, el más cómodo y fácil.
Pero tengamos en cuenta que no atrevernos a salir de la zona de confort puede suponer un riesgo importante en este cambio de época en el que vivimos. A la larga, ‘dormirnos en los laureles’ supondrá una seria amenaza para la supervivencia de la empresa y, por extensión, tendrá también efectos negativos en el clima de la familia empresaria.
Preguntas y respuestas sobre las zonas de confort en la empresa familiar
¿Por qué a algunas personas les falta voluntad para salir de su zona de confort en la empresa familiar?
Puede deberse a que ya tienen la calidad de vida deseada y, normalmente, con un nivel de sacrificio bajo o insuficiente para su puesto. Incluso en aquellas personas con espíritu emprendedor y talento para la innovación, cuando se instalan en la zona de confort, éste queda aletargado. Cuando la familia empresaria es permisiva con estas zonas de confort, es conocedora y, en parte, cómplice y responsable del problema.
En otros casos, sin embargo, la familia no es consciente de que existen zonas de confort en la empresa familiar. Esta situación, posiblemente, tiene que ver más con la falta de competencias o de formación de las personas que deberían ser las responsables de detectar estas situaciones y evitarlas. En caso de que dudemos sobre si existen o no en nuestra compañía, debemos hacer ejercicios de benchmarking con otras empresas familiares que sirvan de stress test en este punto.
¿A qué se debe la permisividad con las zonas de confort y por qué se aceptan, si ya se ve que a la larga pueden ser dañinas?
En algunos casos, una zona de confort en la empresa familiar puede estar relacionado con crear puestos a medida para miembros de la familia. El hecho de ser «a medida» lleva implícita la aceptación de que el puesto tendrá unas condiciones de confort.
También puede tener relación con el hecho de no aceptar que el miembro de la familia no cumple con las expectativas. Esto hace que se le vayan dando oportunidades de forma sucesiva a pesar de que las ventas y los márgenes decrezcan, los clientes dejen de comprar o de que el personal esté completamente desmotivado.
En tercer lugar, también puede deberse al hecho de que afrontar el problema suponga un conflicto intrafamiliar. A muchas familias les cuesta abordar las situaciones difíciles y tratar los temas delicados por miedo a desencadenar una discusión.
Con base en nuestra experiencia, el riesgo de ser permisivos con las zonas de confort suele incrementar con la riqueza. Pero, por suerte, no siempre es así.
Consejos para salir de la zona de confort
Lamentablemente, vemos a bastantes familias en las que hay muchos síntomas de zona de confort en la empresa familiar, pero en las que, a veces, la familia prefiere mirar hacia otro lado, ya que afrontar el problema no es siempre agradable.
Nosotros recomendamos a todos los familiares que estén atentos a este punto. Hay que ser rigurosos con las zonas de confort y ser honestos con uno mismo, con la familia y con la empresa. Si las detectamos, debemos preguntarnos si las permitiríamos si se dieran en otros profesionales que no fueran miembros de la familia.
Somos conscientes de que salir de la zona de confort supondrá un esfuerzo y requerirá mantener la mente abierta para aceptar cambios. En algunos casos, el Protocolo familiar y los criterios de acceso a puestos directivos consensuados en el mismo pueden ser clave para revertir la tendencia humana a instalarnos en las zonas de confort. En cuanto a los jóvenes, es importante que la generación saliente evite caer en el nepotismo y que les invite a innovar, superarse, equivocarse y probar de nuevo.
Hasta aquí nos hemos referido a las zonas de confort en la empresa familiar estrictamente relacionadas con el ámbito laboral. Pero podríamos añadir otras, como las que aparecen por no formarse de manera continuada, leer libros que sean fuente de conocimiento o viajar para ver otras realidades y aprender.