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lealtades familiares

No dejemos que las falsas lealtades familiares nos condicionen

lealtades familiares

Cuando trabajamos con familias empresarias nos damos cuenta de que muchos de sus componentes viven presos de falsas lealtades familiares, también conocidas como lealtades invisibles. Lamentablemente estas lealtades no les han permitido ser felices, desarrollarse como personas y profesionales y, lo que es peor, por falta de motivación y competencias, han sido nocivos para la empresa familiar.

¿Qué entendemos por falsas lealtades familiares?

En todas las familias tenemos reglas y pautas de comportamiento. Pero, en muchas, se dan ciertas creencias y expectativas que resultan negativas para la evolución y crecimiento de sus miembros, y ahora pienso en concreto en las generaciones entrantes. Todos nos hemos encontrado con familias en las que existen lazos de proximidad, más allá de lo deseable. Estas lealtades familiares son aceptadas por los miembros de la familia por miedo de no cumplir con las expectativas de padres, abuelos, hermanos y que tienen que ver con creencias que llevan asociados los sentimientos de miedo a defraudar o de ser rechazados por su entorno más directo. ¿Cuántos médicos y abogados pertenecientes a sagas de médicos, abogados y notarios ilustres se han dedicado a estas profesiones para no defraudar a la familia? Probablemente muchos.

También es frecuente encontrar familias empresarias en las que los miembros viven en una misma finca o fincas colindantes o en las que todos los miembros pasan las vacaciones juntos en el mismo lugar de residencia veraniego. Esto, que en principio no es malo de por si, si que lo es cuando no es fruto de la libertad de elección individual y es parte un contrato o lealtad invisible que nadie se atreve a romper o a cuestionar.

Estas falsas lealtades familiares se daban más hace años, cuando el respeto a los mayores posiblemente era superior y la comunicación entre padres e hijos tal vez no era tan libre. Sin embargo, en la actualidad, lamentablemente siguen dándose. La causa la debemos buscar en la familia entendida como sistema, en el que a pesar de la transformación social y económica que hemos vivido en las últimas décadas, siguen dándose patologías familiares. Éstas impiden el desarrollo de sus miembros, bajo la falsa creencia de que hay que repetir reglas y patrones de conducta y funcionamiento, que no se pueden ni hablar ni negociar.

Un ejemplo de falsas lealtades en una empresa familiar

Recuerdo el caso de unos laboratorios farmacéuticos en transición de primera a segunda generación, en la que el único hijo varón aceptó la voluntad del padre de que fuera él su relevo natural en la Dirección del negocio. Cuando en Family Business Solutions comenzamos a trabajar con ellos el relevo generacional nos sorprendía que cada vez que les visitábamos, Mateo, que así se llamaba el joven, se encontraba trabajando con el equipo de I+D+i. Y más sorprendente era que la empresa se encontraba en un momento de caída de ventas y sin Dirección Comercial.

En una reunión individual que mantuvimos con Mateo, nos manifestó que le hubiera gustado licenciarse en Químicas, pero que nunca se atrevió a compartirlo con sus padres para no decepcionarles, especialmente a su padre. Y lo que es peor, nos confesó que no se veía capacitado ni tampoco legitimado por sus hermanas para dirigir el negocio. Con esta falsa lealtad, Mateo, causó la decepción y desmotivación de sus hermanas mayores, más preparadas y con mejores competencias para ser Directoras.

Fruto del proceso, y tras convencer a Mateo de la necesidad de compartir el tema con el resto de la familia, logramos que se pudiera revertir la situación. Ya no fue posible que alguna de sus hermanas tomara las riendas del negocio y se tuvo que contratar a un Director General externo. Pero gracias a esta decisión, se pudo salvar el negocio, Mateo pudo estudiar una ingeniería en Química y, aunque hoy no ocupa un cargo relevante en la empresa familiar, está al frente de proyectos de investigación. Y, lo que es más importante, él es feliz y la empresa no ha sufrido los efectos de la falsa lealtad familiar.

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