La cultura de la paz consiste en impulsar valores, actitudes y comportamientos respetuosos con las personas y conforme a los valores de libertad, solidaridad, justicia y tolerancia. Esta doctrina pretende prevenir la aparición y promover la resolución de conflictos mediante el diálogo, la negociación y el consenso. También busca aumentar la estabilidad, fomentar la inclusión e incrementar el bienestar.
Imaginamos que os preguntaréis por qué hoy tratamos este tema en el blog de Family Business Solutions. Es cierto que este concepto no se aplica demasiado a menudo al mundo de la empresa, sino a las relaciones internacionales y a la geopolítica. Pero en nuestro día a día, nos puede ser muy útil conocer esta teoría para aplicarla a la gestión de conflictos en la empresa familiar.
De hecho, la cultura de la paz se puede considerar una forma de transformar los conflictos a través del cambio sistémico, dado que trata de forma holística todos los elementos y niveles de un conflicto. Esta doctrina fue propuesta por el sociólogo y matemático Johan Galtung (1999) en el libro Tras la violencia, 3R: reconstrucción, reconciliación, resolución.
¿En qué consiste la cultura de la paz en el mundo de la empresa familiar?
En una compañía, la cultura de la paz propone dar un enfoque premeditado y positivo a la gestión de los conflictos, en la misma línia que la idea de abrazar los conflictos de la que os hablamos hace un tiempo. También se conoce esta doctrina como “paz positiva” o “paz proactiva” e implica un cambio en el que se deben involucrar y comprometer necesariamente todos los miembros de la empresa familiar.
Esta transformación en la gestión de los conflictos requiere que internamente controlemos de forma periódica que los elementos estructurales y culturales de la organización no generan violencia y conflictividad negativa, sino que fomentan la convivencia, el diálogo y la concordia.
Además, deberemos poner en marcha mecanismos para promover que los miembros de la empresa familiar expongan sus percepciones, opiniones, inquietudes y malestares de forma abierta, para poder gestionarlos de forma positiva. Una manera de hacerlo sería instaurando foros de comunicación, mecanismos de mediación o procedimientos claros de expresión del conflicto (por ejemplo, crear una comisión de resolución de conflictos en el Consejo de Familia). Esta medida sirve como método de prevención, para actuar antes de que los conflictos se alarguen, se agraven y, finalmente, se enquisten. La experiencia nos demuestra que, ante un conflicto, la peor estrategia es “echarle tierra” y “mirar hacia otro lado”.
Como veis, esta manera de gestionar los conflictos requiere que todos los miembros estén de acuerdo y predispuestos, y que acepten el cambio. Sin su compromiso, es difícil que esta estrategia funcione. También hay que ser conscientes de que es un cambio a largo plazo. Difícilmente conseguiremos que instaurar la cultura de la paz genere cambios inmediatos, rápidos y visibles, sino que es un proceso progresivo para conseguir más armonía en la empresa y en la familia.