Saber escuchar en la empresa familiar es indispensable para que el negocio funcione y la familia se entienda a la perfección. Pero no es nada fácil desarrollar las cualidades necesarias que requiere una buena escucha. Y tampoco es fácil darse cuenta de cuando no se está prestando la atención necesaria al interlocutor que nos habla ni aceptar que hay problemas de comunicación en la empresa familiar, o por lo menos problemas a la hora de escuchar a los demás miembros de la familia.
Por estas razones he decidido incluir el siguiente vídeo en el artículo. Creo que ilustra a la perfección un problema de comunicación muy frecuente que me encuentro en algunas de las familias empresarias que trato: El no saber escuchar en la empresa familiar.
Escuchar a los demás miembros de la familia y de la empresa es importante porque muestra respeto y porque nos ayuda a que todo en la empresa familiar funcione mejor. Pero no solo nos ayudará a mantener una comunicación fluida y transparente, si no que también nos ayuda a generar confianza, evitar conflictos familiares y a resolverlos.
Creo que alcanzar una buena comunicación es uno de los principales retos que afronta la empresa familiar. Y para mejorar, los miembros de las familias empresarias deberían plantearse: ¿Sabemos escuchar? ¿Oímos lo que nos quieren decir? ¿Interpretamos correctamente lo que nos quieren decir?
Aprender a escuchar en la empresa familiar
En la empresa familiar hay que aprender a escuchar. Y ello consiste en aprender a identificar el mensaje de quién nos habla, reflexionar en torno a ello, y no simplemente limitarnos a oír las palabras de nuestro interlocutor.
Además de escuchar, un tema al que en ocasiones no se presta demasiado atención es ver a nuestro interlocutor, para identificar el mensaje no verbal. Cuando escuchamos de verdad no solo oímos las palabras, si no que vemos a la persona. A través de sus gestos, tono de voz, expresión facial, etc. comprendemos qué nos quiere decir en realidad, sus sentimientos y su posición. Escuchar requiere poner en práctica nuestros dotes de empatía, paciencia, mirar y ver a la persona, atenderla, ponernos en su lugar y comprender sus sentimientos.